Emociones y empresa

Emociones y empresa

Las grandes empresas se han convertido en pequeños «sub-mundos» donde desarrollar culturas empresariales en las cuales deben encajar todas aquellas personas que quieran alcanzar una vida corporativa en evolución. Es decir, adaptarse a la empresa para poder sobrevivir en ella. Hablamos de emociones y empresa.

Emociones y Empresa

Ya no sólo tenemos que vivir adaptados al sistema dónde nos hemos encontrado al nacer, sino que también, de forma camaleónica y heróica, debemos cumplir una serie de requisitos o aptitudes personales que marcarán la diferencia entre ser un/a buen/a o mal/a profesional.

De este modo, ya no basta con ser una persona excelente en términos académicos ya que, si no cumples con un perfil emocional y de aptitudes determinado, no podrás estar dentro de la élite del business. 

Emociones y empresa

Estas aptitudes o rasgos que marcan la forma de ser de una empresa en su totalidad, deberán ser cumplidos a su vez de la forma más completa posible por los miembros que la formen. De esta manera, se adoptan por la empresa una serie de elementos emocionales que solamente podrían tener los seres animados, como únicos seres capaces de sentir. Hablamos de estrés de los bancos, depresión de las multinacionales. Por otro lado, de forma positiva, de una marca X muy «juvenil», o una marca Z que inspira «actividad y movimiento».

Todos estos rasgos emitidos por parte de un ente emocionalmente inerte de manera objetiva, como es una empresa o marca, genera en las personas un movimiento interno que las liga o une de manera inconsciente a ellas.

Así, cuando queremos trabajar en alguna de estas empresas, se pide un perfil muy determinado que, lógicamente, deberá coincidir con lo que la empresa quiere inspirar. Digamos que si conseguimos que todas las personas que forman una compañía tengan unas determinadas características «prefabricadas», la entidad finalmente adquirirá ese mismo perfil.
Emociones y empresaDesde un punto de vista objetivo, es una manera muy lógica de llegar al fin que se persigue. Crear unos perfiles marco, dónde deberán tener cabida las personas que quieran entrar en un determinado círculo de actividad. Pero, ¿qué sucede cuando las personas deciden, de manera consciente o inconsciente, cambiar su identidad para adaptarse a esa «forma de ser corporativa»?

Vivimos tiempos, donde lo emocional ha pasado a ser propiedad de lo inerte y, al contrario, se pide a las personas que forman parte de esas empresas, que tengan cualidades o herramientas como por ejemplo: la productividad, el liderzgo, la visión global, la pro-actividad, el trabajo en equipo, la orientación a resultados,… Pero emocionalmente deben ser siempre personas «fuertes» y altamente «estables».

Emociones y empresaDe hecho, el perfil de la persona que triunfa realmente en las empresas como hoy en día las entendemos, es el de personas fuertes, independientes, con fuertes convicciones hacia la cultura empresarial, donde todos sus actos van en relación a unos objetivos muy determinados, fijados en el tiempo y en el espacio. Con capacidad de persuasión, capacidad de actuación de manera planificada, poca necesidad de apoyo y/o capacidad de tolerar la tensión y los conflictos. Rápidos y eficaces.

¿Qué hacemos con nuestras emociones?

¿Dónde quedan ahí las personas emocionales? Aquellas que sienten la necesidad de reír o de llorar. De detenerse ante lo realmente importante. Que muchas veces no tienen prisa porque están disfrutando de lo que sucede. Que dicen palabras llenas de emociones. Que necesitan expresarse como personas. Y que son, exactamente igual o más inteligentes, válidas, productivas, imaginativas, resolutivas, capaces y profesionales que aquellas con un perfil business people. 

Les estamos dando emociones a las empresas, a los productos, a las marcas o a los espacios físicos, pero se las estamos quitando a las personas. O al menos, no gusta que personas fuertemente emocionales formen parte de un bloque bien definido, porque lo desestabilizan. Como consecuencia las personas emocionales que forman parte de esas empresas pierdan a la larga su sentido de sensibilidad por mimetizarse con la filosofía de empresa.

Emociones y EmpresaQue las emociones no sean hoy en día propiedad de las personas sino que estén siendo utilizadas para «mover» a las personas vacías de emociones debería preocuparnos. Que se trate de débil a los que sienten, a los que aún tienen viva esa sensibilidad tan especial que nos une entre nosotrxs y con el mundo, debería hacernos reflexionar.

Por todo eso, es muy importante que no se reniegue de las emociones. De las emociones de verdad. Que no te obliguen a guardártelas en el bolsillo. Que no creas que eres más persona por tener menos sensibilidad, o que eres menos capaz por sentir más que el resto. Que no es un síntoma de debilidad, sino una señal de estar conectadx con la vida.

Dejemos de conjugar emociones y empresa. Empecemos a devolver las emociones a las personas.

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Eva Perea,
Coach experta en alta sensibilidad
Terapeuta de Pareja | Sexóloga
Educadora en disciplina positiva para Familias
Fundadora y Directora de Terapia y Emociones

disciplina positiva pase

 

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