El día que decidí dejar de controlarlo todo

El día que decidí dejar de controlarlo todo

Buenos días, ¿cómo estás? hace un par de semanas que no publico un post nuevo debido a que he estado fuera unos días disfrutando de un pequeño descanso. Dicen que cuando estás en situaciones de no-estrés, totalmente liberada de cualquier tensión, es cuando la imaginación y las grandes ideas suceden. Es en ese preciso instante en el que no buscas nada cuando más cosas se te ocurren ¡Es genial! Y a mí me ha sucedido un poco eso, pero sobre todo por la cantidad de temas sobre los cuáles he pensado en escribir. Y este, sin duda, es el primero de ellos: el control.

Control: sálvese quién pueda

No poder dejar que las cosas sucedan por sí mismas, tenerlo todo milimetrado, frustrarte si no pasa todo aquello que habías planificado con tanto tiempo de antelación, imaginar y tener en tu mente perfectamente plasmado como quieres que sea esto o aquello, no dejar absolutamente nada a la improvisación, hacer que las personas que te rodean terminen haciendo aquello que tú mismo/a habías pensado que «debían» hacer… y enfadarte si no lo hacen. Bien, pues todo esto (y mucho más…) es el CONTROL.

El control sobre las cosas es aquello disfrazado de orden, de rutina, un presente milimetrado que pretende dibujar un futuro que no se escape de nuestras manos en ningún instante. Y todo esto acaba yendo de la mano, sin remedio, de la famosa Zona de Confort de la que ya te he hablado en otras ocasiones. Por tanto, ¿qué es el control? es la barrera más fuerte que existe para que puedas experimentar cosas nuevas. Y que encima, sin que tú te des apenas cuenta, acaba controlando sobre todo a ti.

Os contaré algo sobre mí. Cuando era más joven me gustaba tenerlo todo muy controlado. Si no era así, me ponía muy nerviosa y en ocasiones incluso llegaba a enfadarme si las cosas no sucedían tal y como yo las había pensado. Intentaba controlar la vida misma, y eso es realmente estrenaste y sobre todo: imposible.

Cuanto más intentaba controlar las cosas de mi alrededor, aquellas que no dependían sólo de mí, más pequeña se hacía mi zona de confort. Hasta que un día (sin yo pretenderlo, claro) las cosas pasaron sin que las pudiese controlar. Los acontecimientos fueron sucediendo lejos de mi varita mágica del control, y sorprendentemente todo fue maravillosamente bien. Mucho mejor de lo que yo misma lo hubiera planificado.

Control, Eva Perea.
«Paseos de la mente», obra de Eva Perea (2016)

El control agota

Fue entonces cuando me di cuenta de algo: que no puedes controlar la vida, y que cuando lo haces estás luchando contra algo que no vas a poder detener. Gastas mucha energía en algo que no es necesario que hagas. ¡Y atención! No te estoy hablando aquí de vivir sin rutinas o sin hábitos, sin obligaciones o cosas similares. No hablo de un fluir total, sin saber dónde vas. Te estoy hablando de marcar el destino, pero sin controlar absolutamente el camino por el cual llegarás a él o a uno mejor.

Ser una persona que intenta controlar todo lo que hay a su alrededor agota. Te deja sin energías y supone un esfuerzo en vano que no te lleva nunca hacía los objetivos que puedas ir marcándote, si estos están fuera de tu zona de confort. Además, te conviertes en una fábrica de frustraciones y ansiedad. Pensar todo el día en colocar cada ficha de tu tablero de la vida en su lugar es realmente complicado cuando no eres tú la única persona que juega la partida.

La maravillosa sensación de dejar de controlarlo todo

¿Y cómo dejar de necesitar tener el control? Experimentando la increíble sensación que supone dejar de tenerlo. Disfrutar de la vida cada momento, sin tener que estar pensando en el siguiente movimiento. Mientras que te encuentras siempre en el equilibrio de saber hacia dónde quieres dirigirte y qué quieres conseguir en cada momento. Esto no es sencillo, pero mucho menos lo es el controlar de forma constante todo lo que sucede, así que cambiar de estrategia no será una mala táctica en absoluto.

Cuando has vivido tanto tiempo controlando es difícil salir de ese rol que te adjudicaste. El proceso para iniciar una nueva forma de ver tu vida, lejos del control, de la ansiedad, del estrés, puede ser muy bonito y sobre todo te enseña a ver qué tú misma o tú mismo puedes llegar a conseguirlo con todas esas herramientas que antes no veías en ti. Plantarte en el centro de tu vida para dirigir tu presente sin ansias de futuro. Y te aseguro que para mi es muy reconfortante acompañar a personas en este trayecto, porque voy viendo como sueltan todo eso a lo que creían estar firmemente abrazados, y entonces, respiran.

La falsa seguridad de pensar que lo controlas todo

El control sobre las cosas o las personas es una falsa seguridad que nos hace creer que todo está bien, cuando seguramente cualquier pequeño «temblor» a nuestro alrededor mueva nuestro mundo. Dejar de controlarlo todo te libera y te presenta a una persona que hacía mucho que no veías, y esa eres tú misma. Permítete conocerte y dejar de luchar contra la propia vida y sus cambios.

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Eva PereaCONTACTO 
Coach experta en alta sensibilidad
Terapeuta de Pareja | Sexóloga
Fundadora y Directora de Terapia y Emociones

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